Somos como árboles.

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Lucas 6:43-45 (NTV)
«»Un buen árbol no puede producir frutos malos, y un árbol malo no puede producir frutos buenos. Al árbol se le identifica por su fruto. Los higos no se recogen de los espinos, y las uvas no se cosechan de las zarzas. Una persona buena produce cosas buenas del tesoro de su buen corazón, y una persona mala produce cosas malas del tesoro de su mal corazón. Lo que uno dice brota de lo que hay en el corazón.»

En la Palabra de Dios no hay término medio, pecamos o no pecamos, mentimos o no mentimos, nos gozamos o estamos tristes, y así también es con la calidad de personas que somos nosotros: o somos buenos o somos malos.

Pero ¿Cómo saber que tenemos un corazón correcto delante de Dios?

Solo lo sabremos por lo que sale de nuestra boca y por lo que hacemos.

«Puedes identificarlos por su fruto, es decir, por la manera en que se comportan. ¿Acaso puedes recoger uvas de los espinos o higos de los cardos?» (Mateo 7:16 NTV)

Cuantas veces hemos escuchado alguien decir: «es que lo dije sin pensar» o «es que lo hice sin pensar». Sin lugar a dudas concluimos que lo que decimos o hacemos, sea malo o sea bueno, no viene de la mente sino del corazón. En el corazón nace el sentimiento, la mente fabrica la manera de decir o hacer y la boca o nuestro cuerpo ejecuta lo que manda el corazón.

«Y entonces agregó: «Es lo que sale de su interior lo que los contamina. Pues de adentro, del corazón de la persona, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, el robo, el asesinato, el adulterio, la avaricia, la perversidad, el engaño, los deseos sensuales, la envidia, la calumnia, el orgullo y la necedad. Todas esas vilezas provienen de adentro; esas son las que los contaminan».» (Marcos 7:15, 20-23 NTV)

Hay muchas personas que nos consideramos buenas solo porque no robamos o no matamos, pero en el versículo anterior podremos ver que hay muchas cosas más que provocan esa gran contaminación en nuestra vida, que hacen que nuestro fruto sea el incorrecto.

«¿Cómo puedo conocer todos los pecados escondidos en mi corazón? Límpiame de estas faltas ocultas.» (Salmos 19:12 NTV)

La Palabra nos habla de la gran importancia de guardar nuestro corazón porque de él mana la vida (Prov.4:23), de refrenar nuestra lengua (1 Pedro 3:10) y de mantener nuestra mente sometida al Señor (Salmo139:23).

Así que, amemos en el verdadero amor del Señor, pidamos al Espíritu Santo de Dios nos capacite y nos llene de sus frutos.

«En cambio, la clase de fruto que el Espíritu Santo produce en nuestra vida es: amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad, humildad y control propio. ¡No existen leyes contra esas cosas!» (Gálatas 5:22-23 NTV)

Pidamos al Señor un corazón como el suyo, pidamos al Señor que nos ayude a guardar nuestro corazón de todo aquello que no es correcto delante de ÉL, pidamos al Señor nos enseñe a guardar nuestro corazón de todo engaño y ataque del enemigo para que nuestro fruto sea agradable y de bendición.

Dios les bendiga mucho.

Erika

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