«…Para los hombres es imposible -aclaró Jesús. mirándolos fijamente-, más para Dios todo es posible.»
Si nos sentimos solos, si nos sentimos abandonados, si nos sentimos angustiados, si todo lo vemos gris, si todo lo vemos contra corriente, si todo lo vemos sumamente complicado, si todo lo vemos vacío o sin solución alguna o perdido o no vemos por dónde.
Hagamos un alto. Apartémonos de todos y de todo por un momento. Ya a solas, en privado, levantemos nuestra cara al cielo y esperemos detenida y apaciblemente.
Ah! Perdón, olvidé decirles un pequeño detalle. Cerremos nuestros ojos. Si. Cierra tus ojos. Por favor cierra tus ojos, porque esa es la única manera de poder VER detenida y apaciblemente, de mirar con nuestro corazón aquello que a simple vista no se puede ver ni sentir:
¡A nuestro poderoso y maravilloso Dios especialista en imposibles!
Sigue así, no te distraigas, no pienses en nada, sólo empieza a sentir su presencia. No importa el tiempo no importa nada. Sólo debemos ser pacientes y esperar. Solo hay que creer con nuestro corazón para poder sentirle. Seamos pacientes. Él el fiel y puntual a su cita.
¿Llegó verdad? ¿Ya lo viste? ¿Ya lo sentiste? ¡Perfecto!
Ahora sí, abracémosle, pidámosle, preguntémosle, llorémosle, entreguémosle todo lo que traemos encima, toda carga, toda angustia, toda soledad, TODO, porque Él es infinitamente amoroso para abrazar, infinitamente generoso para dar, infinitamente poderoso para resolver e infinitamente misericordioso para perdonar, a quienes le podemos ver y sentir de esa manera, porque Él está siempre dispuesto para los lastimados y humillados, para los maltratados y enfermos, para aquellos a quienes el mundo y los poderosos consideran o condenan como insignificantes. ¡Gózate todo el tiempo que quieras en ÉL!
¡En hora buena!
¡Ahora, ya podemos abrir nuestros ojos y que venga lo que sea, que nuestro Dios omnipotente está con nosotros!
Dios les bendiga grandemente.
Recibe gratis en tu e-mail las reflexiones de El Principio.