“Cuando José fue llevado a Egipto, Potifar, un oficial egipcio de Faraón, capitán de la guardia, lo compró a los ismaelitas que lo habían llevado allá. Y el SEÑOR estaba con José, que llegó a ser un hombre próspero, y estaba en la casa de su amo el egipcio. Y vio su amo que el SEÑOR estaba con él y que el SEÑOR hacía prosperar en su mano todo lo que él hacía. Así encontró José gracia ante sus ojos y llegó a ser su siervo personal, y lo hizo mayordomo sobre su casa y entregó en su mano todo lo que poseía. Y sucedió que desde el tiempo que lo hizo mayordomo sobre su casa y sobre todo lo que poseía, el SEÑOR bendijo la casa del egipcio por causa de José; y la bendición del SEÑOR estaba sobre todo lo que poseía en la casa y en el campo. Así que todo lo que poseía lo dejó en mano de José, y con él allí no se preocupaba de nada, excepto del pan que comía. Y era José de gallarda figura y de hermoso parecer.”
Ninguna persona que hoy pueda ser reconocida por sus grandes logros ha llegado a alcanzarlos por sí sola. Eso se los puedo asegurar. Toda persona que es considerada un líder o triunfador es nombrado de esa manera por sus esfuerzos y derrotas superadas, y para lograr todo ello sin duda necesitó del apoyo de personas, ya sea asesores, entrenadores, amigos o familiares. Sin embargo, ningún apoyo o respaldo puede compararse con el que Dios puede darnos, a quienes reconocemos que por sí solos no podemos prosperar. Por ello, aún desde antes de nacer, nosotros venimos provistos de los talentos y las capacidades necesarias para desarrollar el plan que Dios tiene destinado para cada uno.
No existe la menor duda que la vida de José fue marcada por circunstancias que pusieron a prueba su amor y fidelidad hacia Dios, pero a diferencia de muchos y aún en medio de situaciones tan difíciles, logró permanecer firme y confiado gracias a la absoluta dependencia que él tenía en nuestro Padre Dios, cimentándose José cada día más en la realidad de que Dios nunca le dejaría solo y todo estaría siempre bajo el control de ÉL.
Frente a cada desafío o situación adversa que tengamos que experimentar, procuremos SIEMPRE depender de Dios. No nos arriesguemos a tomar decisiones o emprender algo sin antes consultarlo con Quien conoce y desea lo mejor para nosotros. Todo deseo o sueño que alberguemos en nuestro corazón compartámoslo con Dios nuestro Señor y preguntémosle si es Su voluntad que trabajemos con dedicación en alcanzarlo.
El resultado del RESPALDO de Dios indiscutiblemente será que en todo nos vaya bien, además nos equipará de fuerza, gracia y sabiduría para luchar apasionadamente por lo que deseamos. No tendremos tiempo para rendirnos o quejarnos, pues solo con saber y creer que Dios es nuestro respaldo, nuestro corazón podrá avanzar confiadamente influenciando a otros para que también alcancen a ser lo que nosotros somos en Dios.
Otro de los grandes beneficios de contar con el respaldo de Dios, es que ÉL mismo estará en frente de nosotros evitando que cualquier tipo de mal pueda tocarnos. Estaremos protegidos frente a todo riesgo que atente contra nuestro bienestar o nuestra propia vida. No habrá brujería, robo, envidia, maldición o enfermedad, que tenga poder contra nosotros, pues las tinieblas invariablemente ceden frente al gran poder de Dios. Él sanará nuestras heridas y nos dará descanso durante y después de haber vivido cualquier tribulación.
Quienes deseemos involucrar a Dios para contar con el favor de ÉL en todo lo que iniciemos y hagamos, necesariamente debemos desarrollar determinadas actitudes, a fin de poder lograr nuestros objetivos.
Primero, considero debemos actuar con convicción en todo lo que hagamos o pretendamos hacer. Dios no puede actuar a nuestro favor si no hay fe en nosotros. No disminuyamos nuestra fe, aún frente a la más dura de las pruebas. Hagamos conciencia de que nunca estaremos totalmente libres de injusticias o traiciones. Frente a cada una de ellas actuemos con la convicción de hacer y dar lo mejor siempre, no paguemos mal por mal, enfoquémonos en lograr que Dios se agrade de cada una de nuestras reacciones y decisiones. Atraigamos el respaldo de Dios mostrándole que en realidad le amamos, de que estamos dispuestos a hacer todo para ÉL y de que en verdad lo necesitamos, que anhelamos que nos hable y nos muestre cómo hacer las cosas.
Segundo, debemos vivir siendo responsables delante de Dios. José se destacó por su inquebrantable carácter. Tuvo que ser fuerte para vencer tentaciones y luchó en contra de todo lo que se interponía en el plan de Dios de llevarlo a ser Gobernador de toda una nación. Hoy nuestro llamado es a luchar con responsabilidad, por lo que debemos creer plenamente en lo que Dios planea para nosotros. Identifiquemos con sabiduría y discernimiento del cielo toda tentación que busca destruirnos y no cedamos ante lo que Dios nos ordena que desechemos. Huyamos de todo lo que sabemos que Dios aborrece. ¡Samos fuertes y Avancemos! Dios nos honrará por todo lo que hagamos para agradarlo.
Tercero, debemos confiar totalmente en Dios. Al hablar de confianza me refiero a la absoluta certeza de que Dios está con nosotros y de que ÉL jamás nos mentirá dejándonos solos, tristes y sin ayuda. Hay momentos en los que sencillamente no entendemos el “por qué” de las cosas, es ahí cuando es puesto a prueba nuestro amor y nuestra firme determinación de que, pase lo que pase, continuaremos aferrados a su mano y confiando en que todo lo que estamos viviendo finalmente será de ayuda para nuestro bien.
Buscar el respaldo de Dios es una determinación que con valentía debemos tomar. No perdamos el tiempo pensando si es justo o no por lo que hoy estamos pasando, concentremos toda nuestra atención en obrar bien y en amar a Dios con todas nuestras fuerzas. No tenemos por Padre a un Dios injusto que no ve nuestras buenas obras o que no ve los problemas por los que estamos pasando. Recordemos que la siembra es voluntaria, pero la cosecha no es negociable. No hay mejor medalla para un triunfador que la que consigue con esfuerzo y sin dejarse distraer por los obstáculos.
Permanezcamos siempre agradecidos y confiados en Dios nuestro Señor, sea cual sea la circunstancia que se presente en nuestra vida. ¡Su Respaldo, Su Gracia y Su Favor jamás nos van faltar, si buscamos y honramos a Dios de la manera correcta!
Dios les bendiga grandemente.
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