¡Pidamos sabiduría!

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2 Crónicas 1:6-12 (BDLA)

“Subió Salomón allí, delante del SEÑOR, al altar de bronce que estaba en la tienda de reunión, y ofreció sobre él mil holocaustos. Aquella noche Dios se apareció a Salomón y le dijo: Pide lo que quieras que yo te dé. Entonces Salomón dijo a Dios: Tú has mostrado gran misericordia con mi padre David, y me has hecho rey en su lugar. Ahora, oh SEÑOR Dios, tu promesa a mi padre David se ha cumplido, porque me has hecho rey sobre un pueblo tan numeroso como el polvo de la tierra. Dame ahora sabiduría y conocimiento, para que pueda salir y entrar delante de este pueblo; porque, ¿quién podrá juzgar a este pueblo tuyo tan grande? Y dijo Dios a Salomón: Por cuanto esto estaba en tu corazón, y no has pedido riquezas, ni bienes, ni gloria, ni la vida de los que te odian, ni aun has pedido larga vida, sino que has pedido para ti sabiduría y conocimiento para poder gobernar a mi pueblo sobre el cual te he hecho rey, sabiduría y conocimiento te han sido concedidos. Y te daré riquezas y bienes y gloria, tales como no las tuvieron ninguno de los reyes que fueron antes de ti, ni los que vendrán después de ti.”

Es impresionante como Dios valora la sabiduría de las personas que nos acercamos a ÉL para pedírsela.  Tan es así, que Dios nos da más de lo que pedimos porque sabe que lo vamos a saber administrar.

Para el mundo la sabiduría es el grado más alto del conocimiento, una conducta prudente en la vida o en los negocios.  Como hijos de Dios aceptamos que la sabiduría se encarnó en una persona llamada Jesucristo, así que nuestro ejemplo a seguir siempre debe ser Cristo para ser sabios en ÉL, no en nosotros.

Empezamos a ser sabios cuando tenemos temor de Dios; ese temor, se refiere a una actitud de respeto y sujeción y deleite viviendo acorde a su voluntad. Lo contrario a sabiduría es necedad, y se define como alguien necio, y hace referencia a una persona ignorante y que no sabe lo que podía o debía saber, imprudente o falto de razón, terco y obstinado en lo que hace o dice.

Se requiere sabiduría para establecer y alcanzar nuestros propósitos en la vida, de hecho, muchas personas hoy en día son excelentes para comenzar algo: una familia, una empresa, una carrera. Pero el reto no es comenzar un proyecto, sino completarlo con excelencia y mantenerlo así, y para ello se requiere sabiduría.

Muchas personas pueden comenzar una empresa, pero se requiere sabiduría para estructurarla, para mantenerla y hacerla crecer. Muchas personas pueden tener hijos, pero se requiere sabiduría para ser mamá o papá, muchas personas puede decir, “Si” para casarse, pero se requiere de sabiduría para mantener la unidad en un matrimonio que dure toda la vida.

Hoy Dios nos invita a tener acceso a su fuente infinita de su sabiduría, para nuestra vida y nuestra familia. Salomón llegó a ser el rey más rico y sabio de todos los tiempos, porque aprendió a valorar la sabiduría de Dios y buscarla por encima de todas las cosas.

Una búsqueda exitosa, comienza cuando de corazón y humildemente reconocemos con sinceridad que necesitamos de la sabiduría de Dios en nuestras vidas. Entonces, Dios mira el corazón humillado para levantarlo y enaltecerlo. Los soberbios nunca buscarán lo que realmente no creen que necesitan.

¿Cómo logra el necio agachar la cabeza, cuando con humildad busca la sabiduría de Dios?

Salomón no se confió en su propia sabiduría, en la humana.  Salomón reconoció la necesidad que tenía de Dios, reconoció que solo con su dirección y con su respaldo, podía gobernar a un pueblo tan grande. Santiago 1:5 nos dice que si a alguno de nosotros nos falta de sabiduría, debemos pedirla a Dios, quien nos la dará a todos abundantemente y sin reproche.

La sabiduría hay que anhelarla, hay que pedirla, hay que abrazarla y hay que usarla. Si queremos lograr nuestros propósitos de una manera sobrenatural y extraordinaria, debemos reconocer nuestra necesidad de sabiduría que solo Dios puede dar. Aún Jesús, siendo el perfecto como Hijo de Dios, con humildad expresó que sin Dios, nada podemos hacer.

Clamemos hoy a Dios con humildad por sabiduría, para tener logros sobrenaturales en nuestra vida.

Dios les bendiga grandemente.

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