“Fue por la fe que el pueblo de Israel atravesó el mar Rojo como si estuviera pisando tierra seca, pero cuando los egipcios intentaron seguirlos, murieron todos ahogados. Fue por la fe que el pueblo de Israel marchó alrededor de Jericó durante siete días, y las murallas se derrumbaron. Fue por la fe que Rahab, la prostituta, no fue destruida junto con los habitantes de su ciudad que se negaron a obedecer a Dios. Pues ella había recibido en paz a los espías. ¿Cuánto más les tengo que decir? Se necesitaría demasiado tiempo para contarles acerca de la fe de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y todos los profetas. Por la fe esas personas conquistaron reinos, gobernaron con justicia y recibieron lo que Dios les había prometido. Cerraron bocas de leones, apagaron llamas de fuego y escaparon de morir a filo de espada. Su debilidad se convirtió en fortaleza. Llegaron a ser poderosos en batalla e hicieron huir a ejércitos enteros.”
En ocasiones pasamos por crisis tan fuertes que pareciera que nos ponemos de rodillas ante ellas, pero resulta que las crisis en Cristo, siempre estarán llenas de oportunidades.
Cuando hablamos de crisis, estamos hablando de un cambio importante. En la Palabra de hoy se nos habla que por la fe –diversas gentes en diversos tiempos y eventos hicieron grandes proezas– caminaron por medio del mar rojo, derribaron los muros de Jericó, etc., así que hubo muchas situaciones y acciones que se dieron por la fe de los actores de aquel momento.
En este mismo capítulo, en el versículo uno, la fe es definida como, “la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve”. Por eso, una crisis es una excelente oportunidad para que cada uno de nosotros fortalezcamos nuestra fe, porque en el momento de la crisis lo que nuestra mente nos dice es que el problema que la está ocasionando es más grande que la solución, es más grande que cualquier cosa, entre ellas, Dios. Nuestra mente nos engaña y nos derrota antes de enfrentar la crisis.
Todo lo anterior se debe a que regularmente tratamos de llevar nuestra vida “a nuestra manera”, y como es de esperarse no obtenemos ningún resultado positivo, ya que por lo general cuando uno estamos en crisis comenzamos entonces a buscar quién nos resuelva la situación tan terrible que estamos pasando y vamos de un lugar a otro y de una persona a otra, sin encontrar respuesta a nuestro problema, hasta que finalmente entonces sí, “ya que no hay de otra” nos atrevemos a buscar de Dios.
Es en los momentos de crisis cuando entendemos que necesitamos ayuda de manera urgente, entonces comienza realmente a moverse en nuestro corazón esa medida de fe, porque cuando estamos sin Cristo, sólo nos movemos en nuestra propia fe y es allí cuando nos acordamos de Dios nuestro Señor.
Resulta que la fe es la certeza y esta viene cuando tenemos muy claro quién es Dios y qué es lo que Dios es capaz de hacer, siendo esa la razón por la cual nos acercamos a Dios. Es por ello que debemos entender que es precisamente en las crisis donde debemos fortalecernos en tres aspectos importantes de nuestra vida:
Debemos fortalecer nuestra fe. La fe de que habla la Palabra de Dios es aquella que nos lleva a la revelación del Dios Todopoderoso, luego entonces está en nosotros creerla o no, hacerla carne en nuestra vida o no, creer en sus promesas . Por ello es necesario que nosotros aprovechemos cada crisis, así como Dios la aprovecha para tratar ciertas áreas de nuestra vida.
Debemos fortalecer nuestras relaciones familiares. Cuando nos encontramos en una crisis y esta trasciende a la familia, esta última regularmente se divide a causa de dicha crisis. Cuando leemos todo el capítulo 11 de este libro de Hebreos, notamos que las promesas de fe que la gente vivía para su propia vida, eran promesas que tenían que ver con sus familias. Rahab se salvó ella y su familia; Moisés fue colocado en el agua, solo por la fe de su mamá para salvarle la vida. Y así hay otros ejemplos en la Palabra donde vemos que en momentos de crisis la unidad familiar se convierte en un elemento contundente para que la fe pueda fluir de forma poderosa, pero si permitimos que la unidad familiar se quebrante, entonces vamos a quedar debilitados y vulnerables ante el problema.
Debemos fortalecer nuestras capacidades. En momentos de crisis, también suele suceder que hacemos cosas que nunca creíamos poder hacer. La comunión con Dios siempre nos lleva a que, de cosas o situaciones malas, salgan cosas buenas de nosotros. Y lo anterior solo se logra desarrollando lo mejor que hay en nosotros, sacando toda esa tenacidad que uno no sabía que la tenía, porque toda crisis también nos permite sacar a la luz esa clase de oportunidades.
Nunca olvidemos que la principal oposición para salir de las crisis es el temor, el creer que no hay futuro para nosotros. Si Dios nos confió una familia, es porque ÉL nos dio la mente y el corazón para sacarla adelante; si Dios nos confió sueños, es porque nos dio la mente y el corazón para conquistarlos.
Nunca olvidemos que en Cristo Jesús somos fuertes y ninguna crisis se puede mantener vigente, porque nosotros estamos destinados a la victoria en Cristo Jesús. Hoy te invito a que tengamos esa convicción y esa certeza, porque Dios nos da ese Don de la fe.
Dios les bendiga grandemente.
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