Cristo nos purificó

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Hebreos 10:22 (NTV)

“Entremos directamente a la presencia de Dios con corazón sincero y con plena confianza en él. Pues nuestra conciencia culpable ha sido rociada con la sangre de Cristo a fin de purificarnos, y nuestro cuerpo ha sido lavado con agua pura.”

Todos sabemos de la necesidad de nuestro cuerpo para ser aseado día con día, inclusive en más de una ocasión, así como la necesidad de cambiar nuestra vestimenta.  Si nosotros pasamos más de un día sin asear nuestro cuerpo y nuestra vestimenta, sin duda corremos el riesgo de despedir un olor no grato, un olor que tal vez nosotros no percibamos pero si los que están a nuestro alrededor. Y qué me dicen cuando llega la época de frío; cuando necesitamos estar abrigados y cómodos, menos se antoja el baño.

Así como sucede con nuestro cuerpo físico, en nuestra vida espiritual es necesario que acudamos cada día a la fuente de agua viva, es necesario que nos acerquemos a Jesucristo para ser lavados y renovados, es necesario que busquemos la misericordia de Dios, que es nueva cada mañana, para que nuestra vestidura sea emblanquecida:

“Pero: «Cuando Dios nuestro Salvador dio a conocer su bondad y amor, él nos salvó, no por las acciones justas que nosotros habíamos hecho, sino por su misericordia. Nos lavó, quitando nuestros pecados, y nos dio un nuevo nacimiento y vida nueva por medio del Espíritu Santo.” (Tito 3:4–5 NTV)

Necesitamos reconocer que somos pecadores y que muchas veces somos el vivo ejemplo que mencionamos arriba. Nosotros somos los únicos que no nos damos cuenta de lo mal que estamos o el mal que hacemos.

Es por ello que debemos clamar a Dios nuestro Señor para que nos limpie, aún de los pecados que nos son ocultos, de aquellas acciones y actitudes que no percibimos pero que a la vez impiden que las bendiciones nos alcancen:

Recordemos como en el Antiguo Testamento el Sacerdote tenía que lavarse en agua antes de entrar al tabernáculo y quemar su ofrenda, ya que de no ser así corría el riesgo de morir. Sin embargo ahora, por medio de la preciosa sangre de Jesucristo podemos entrar con libertad a la presencia de Dios y ser limpiados de nuestros pecados; por medio de la preciosa sangre de Jesucristo podemos acercarnos con un corazón sincero y ser renovados en nuestro entendimiento:

“Bajo el antiguo pacto, el sacerdote oficia de pie delante del altar día tras día, ofreciendo los mismos sacrificios una y otra vez, los cuales nunca pueden quitar los pecados; pero nuestro Sumo Sacerdote se ofreció a sí mismo a Dios como un solo sacrificio por los pecados, válido para siempre. Luego se sentó en el lugar de honor, a la derecha de Dios.” (Hebreos 10:11-12 NTV)

Recordemos que cada día es una nueva oportunidad que tenemos para buscar al Señor nuestro Dios; recordemos que el día de hoy trae una nueva oportunidad para disfrutar de las maravillas de Dios; recordemos que el día de hoy trae una nueva oportunidad para disfrutar del perdón y la libertad de Dios; recordemos que el día de hoy trae una nueva oportunidad para lavar nuestro cuerpo y cambiar nuestra vestimenta delante de la presencia de Dios; recordemos que el día de hoy trae una nueva oportunidad para lavar nuestra alma y nuestro espíritu a los pies de Jesucristo nuestro eterno Salvador.

Dios les bendiga grandemente.

Erika.

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