Servir. El secreto.

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Juan 12:26 (RVR95)

“Si alguno me sirve, sígame; y donde yo esté, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirve, mi Padre lo honrará.”

Cuando escuchamos que todos estamos llamados a servir a nuestro a Dios, siempre lo imaginamos predicando detrás de un púlpito o llevando algún ministerio en nuestra iglesia y no es así.

Todos buscamos a Dios nuestro Señor y todos sabemos que la única manera de llegar a ÉL es a través de Jesucristo Su Hijo.  Y para ello, todos buscamos tener algún día el carácter de Jesucristo, todos buscamos la gracia de Jesucristo para poder llevar una vida piadosa delante de Dios y entonces obtener el mayor galardón que es nuestra salvación.  Y la única manera de seguir a Jesucristo para entonces poder obtener Su carácter es siendo discípulos de ÉL, es haciendo lo que ÉL nos dice, es permaneciendo en Su Palabra.

“Por tanto, Jesús decía a los judíos que habían creído en él:
—Si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.” (Juan 8:31-32)

Recibir el llamado de servirle a Dios es el segundo más grande milagro que como hijos de Dios podemos recibir, pues el primero es la salvación.

Por encima de un milagro de sanidad y de resurrección, el milagro más grande es la salvación, pero el que le sigue es el llamado a servir a Dios.

¿Cómo viene la fe?  “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.” (Romanos 10:17)

Es necesario llevar el evangelio de Cristo para que las personas empiecen a tener fe, y que mejor que empezar con los de nuestra casa, con nuestros amigos y compañeros de trabajo, pero hay algo muy importante:

Llevar el evangelio de Cristo no es convertirlos a una religión, llevar el evangelio de Cristo no es llevarlos a como de lugar a nuestra iglesia, llevar el evangelio de Cristo no es obligar a la gente a diezmar u ofrendar, llevar el evangelio de Cristo no conlleva manipular a la gente para que entre a la “visión” de un hombre. No.

No basta con llevar el evangelio a nuestros familiares, amigos y conocidos.  También es importante alimentarlas con la congruencia de nuestros actos.  De que sirve llevarlos a conocer la Palabra, de que sirve llevarlos ese primer encuentro con nuestro Señor Jesucristo, si cuando realmente mostremos cómo somos se van a decepcionar de nosotros, no por lo imperfectos que somos, sino por nuestra hipocresía, por nuestra incongruencia con la Palabra de Dios.

Hoy en día existe una gran condescendencia y una falta de disciplina en las iglesias para aquellos que sirven a Dios, por miedo a que se vayan de las mismas iglesias, por lo que el carácter de Cristo en todos los que queremos servir queda en un segundo término.

Las iglesia de Jesucristo no puede ser edificada con engaños y manipulando la Palabra de Dios.

No podemos llevar a Cristo a las personas con palabras alegres, sin el contundente fundamento de la congruencia de nuestros actos con la Palabra de Dios.  Hablo de congruencia, no de perfección, como muchos se justifican.

Permítanme repetir lo que escribí arriba, cuando escuchamos que todos estamos llamados a servir a nuestro a Dios, siempre lo imaginamos predicando detrás de un púlpito o llevando algún ministerio para nuestra iglesia y no es así.

Servir a Dios lo hacemos desde nuestra casa, como padres, predicándole a nuestros hijos con nuestro ejemplo. Servir a Dios lo hacemos desde nuestra casa, como esposos, tratando a nuestras esposas con amor, como a vaso más frágil. Servir a Dios lo hacemos desde nuestra casa, como esposas, siendo esa ayuda idónea para con sus maridos. Servir a Dios lo hacemos desde nuestra casa, como hijos, honrando a papá y mamá en obediencia. Servir a Dios lo hacemos desde nuestro trabajo, como empleados, siendo enseñables y comprometidos con la empresa. Servir a Dios lo hacemos desde nuestra trabajo, como empresarios, honrando a Dios  con nuestra excelencia e integridad.

La única forma de ser libre de la opresión del enemigo es a través de la predicación de la verdad del evangelio, empezando por nuestra casa.

Cuando hablamos de la Verdad de Cristo recibimos libertad. Si somos siervos llamados por Dios, es un tremendo milagro y Dios usará nuestra vida para liberar a otros, a los de nuestra casa.

La mentira del diablo es tan poderosa que hasta gente inteligente y brillante en el mundo está siendo manipulada por él, haciéndolos creer que son grandes conocedores y estudiosos de la Palabra, pues hasta de memoria se la saben, cayendo en una arrogancia total. Son los fariseos de hoy.

Lo único que libera, limpia y purifica a una persona es la predicación del evangelio, el servir a Dios; si no predicamos la Palabra, si no hablamos de la verdad, nuestra familia no tendrá otra oportunidad, ese compañero de trabajo no tendrá otra oportunidad, ese compañero de escuela no tendrá otra oportunidad.

La Verdad de Cristo ya la llevamos en la Biblia que llevamos bajo el brazo, ahora, lo importante es que hagamos nuestra esa Verdad en nuestra vida, para que el testimonio de Cristo en nuestras vidas, para que la congruencia de la Palabra en con nuestras vidas, impacte a quienes no le conocen y les muestre visualmente lo que Dios puede hacer en nosotros.

Dios les bendiga abundantemente.

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