Jeremías 29:11 (NTV)
“Pues yo sé los planes que tengo para ustedes —dice el SEÑOR—. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza.”
Dios nos dio vida para progresar y crecer en todos los aspectos y todo lo que ha puesto a nuestro alrededor fue para ese fin, pero es necesario que estemos alineados con los planes de Dios nuestro Señor, y ello solo se logra conociéndolo y teniendo una relación personal con ÉL.
Nunca vamos a poder progresar si nos limitamos a nuestro deseo y deleite, y permitimos que la sensualidad del mundo nos gobierne. No debemos permitir que nuestra vida se mueva en función de lo que “sentimos hacer”.
Dios no quiere que llevemos una vida amargada y en ruina, pero es necesario quitar todas las pasiones del mundo para poder progresar, porque precisamente con esa actitud, lo único que haremos es generar ruina sobre nosotros y nuestra familia.
Dios no nos dio vida para que los placeres nos destruyeran, ni para que la promiscuidad, el alcohol o la droga nos destruyan. Hay personas superficiales que piensan que lo que le sucedió a tal o cual persona, no les va a suceder a ellos, y eso sucede precisamente cuando asumimos una actitud de “yo hago con mi vida lo que me plazca”.
Por el contrario, lo que debe mover nuestra vida debe ser honrar siempre a Dios, es importante empezar a obedecer y no detenerse solamente en pensar si obedeceremos o no. Esto va a implicar confrontar nuestra vida con aquellas cosas que evidentemente quieren frenar nuestro progreso en la vida, como lo es la sensualidad.
La sensualidad –darle gusto al placer- solamente se puede quebrantar, si tenemos una fuerte relación con Jesucristo, ya que por más que digamos que amamos a Dios, nunca lo podremos lograr.
La sensualidad es un obstáculo grande para obedecer a Dios y la única forma de sacarla de nuestra vida es consagrándonos a Dios, teniendo una fuerte relación con nuestro Señor Jesucristo. No hay otra manera.
La Palabra nos dice que si Dios no edifica la casa, en vano trabajan los edificadores. Debemos garantizarnos a nosotros mismos que vamos a estar en todo lo que tenga que ver con Dios. ¿Cuánta Palabra de Dios hemos sembrado en nuestros hijos? No cuánto tiempo pasamos con ellos, porque lo que se necesita realmente –por encima de otras importantes actividades con nuestros hijos– es precisamente sembrar la Palabra de Dios en ellos.
La sensualidad sólo se puede superar como consecuencia de tener una fuerte relación con Dios, quien nos da la capacidad espiritual de discernir entre lo bueno y lo perfecto –no entre lo bueno y lo malo, porque eso lo puede hacer casi cualquier persona– porque lo que viene de Dios es perfecto.
Busquemos al Único que puede llevarnos de victoria en victoria, al Único que puede quebrantar toda sensualidad del mundo para poder progresar en nuestra vida, porque no podemos movernos por lo que sentimos o nos causa placer, sino por lo que es de honra y lo que es correcto.
Dios les bendiga abundantemente.
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