1Corintios 8:10:11 (RVA)
“Porque si alguien te ve a ti que tienes conocimiento, sentado a la mesa en el lugar de los ídolos, ¿no es cierto que la conciencia del que es débil será estimulada a comer de lo sacrificado a los ídolos? Así, por el conocimiento tuyo se perderá el débil, un hermano por quien Cristo murió.”
Una vez mas el Señor nos habla de la congruencia, primero aclaremos que un ÍDOLO ES TODO AQUELLO QUE TOMA EL LUGAR DE DIOS EN NUESTRAS VIDAS, es todo aquello que roba nuestra atención y no es precisamente espiritual.
Un ídolo no solo puede ser una imagen, sino también el gusto o afición por algo, alguna mala costumbre o actitud que no hemos podido quitar de nuestras vidas, inclusive puede ser nuestro cónyuge o nuestros hijos.
Habemos personas que nos decimos seguidoras de Jesucristo, pero nuestras acciones reflejan todo lo contrario, buscamos por todos los medios que los que están a nuestro alrededor se acerquen a Dios, y si, tal vez se acercan al Señor, pero resulta que terminan haciendo lo mismo que nosotros, porque les enseñamos a no poner a Dios en primer lugar.
Hace algún tiempo conocimos a una pareja que no podía tener familia, y entonces el Señor les concede el milagro de tener a su bebe, ya estando ellos embarazados gritaban a los cuatro vientos el milagro, las personas a su alrededor nos gozamos con ellos y paso el tiempo y no volvieron a la iglesia por miedo a que el bebe se enfermara.
Cuantos de nosotros portamos el famoso pescadito en la parte trasera del automóvil, algunos hasta calcomanías con algún versículo o el logo de la iglesia a la que asistimos. Sin necesidad de hablar ya estamos mandando el mensaje de que somos dizque “cristianos”, pero preguntémonos ¿Cómo nos comportamos realmente cuando vamos en el coche? ¿Somos “los del pescadito” atrabancado y peleonero? o ¿Somos dignos “seguidores de Cristo” al volante?
Tenemos que entender que tenemos una gran responsabilidad con los que están a nuestro alrededor, la Palabra nos llama a ir y hablar del evangelio pero debemos de ser congruentes con lo que hacemos.
“Oh Dios, tú sabes lo necio que soy; de ti no puedo ocultar mis pecados. No dejes que los que confían en ti sean avergonzados por mi culpa, oh Soberano SEÑOR de los Ejércitos Celestiales. No permitas que sean humillados por mi causa, oh Dios de Israel.” (Salmo 69:5-6 NTV)
David sabía que su actuar no había sido el correcto delante de todos aquellos que le vieron adorar a Dios. No se trata de perfección porque nadie lo es, solo Dios es perfecto. Se trata de ser congruente con la Palabra.
“mostrándote en todo como ejemplo de buenas obras. Demuestra en tu enseñanza integridad, seriedad y palabra sana e irreprensible, para que el que se nos oponga se avergüence, no teniendo nada malo que decir de ninguno de nosotros.” (Tito 2: 7,8 RVA)
Dios nos ha dado de Su gracia, regalo inmerecido, poder sobrenatural que nos ayuda en nuestra debilidad y el hermoso Espíritu Santo que nos redarguye y nos muestra en lo que estamos mal.
“Porque la gracia salvadora de Dios se ha manifestado a todos los hombres, enseñándonos a vivir de manera prudente, justa y piadosa en la edad presente, renunciando a la impiedad y a las pasiones mundanas, aguardando la esperanza bienaventurada, la manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí mismo un pueblo propio, celoso de buenas obras. Estas cosas habla, exhorta y reprende con toda autoridad. ¡Que nadie te menosprecie!” (Tito 2:9-15 RVA)
Hagamos a un lado todo aquello que roba nuestra mirada de nuestro Dios, a Dios no le gusta competir con nada y con nadie, porque fuera de ÉL nada hay.
“No adores a ningún otro dios, porque el SEÑOR, cuyo nombre es Celoso, es Dios celoso de su relación contigo.”(Éxodo 34:14 RVA)
No debemos rendir nuestro corazón a algo o alguien que no sea JESUCRISTO.
Aclaremos que en el versículo antes mencionado la palabra celo no se refiere a los deseos de la carne, Dios es espíritu, el celo de Dios es el interés extremo y activo que siente ÉL por nosotros, porque nos ama y desea cuidar de nosotros, Dios nos creó para desarrollar una relación de amor personal e individual con ÉL.
“Pero mirad que esta vuestra libertad no sea tropezadero para los débiles” (1 Corintios 8:9 RVA)
No seamos piedra de tropiezo para los que están a nuestro alrededor. Como el rey David reconozcamos que hemos pecado y pidamos por todos aquellos a quienes le hemos servido de mal ejemplo, no seamos ligeros para actuar, no confundamos la libertad que nos ha dado la gracia de Jesús con el libertinaje, porque detrás de nosotros hay personas que necesitan conocer de Dios y nuestros actos las confunden y hacen que terminen alejándose de ÉL.
Dios les bendiga grandemente.
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