“El ser humano puede domar toda clase de animales, aves, reptiles y peces, pero nadie puede domar la lengua. Es maligna e incansable, llena de veneno mortal. A veces alaba a nuestro Señor y Padre, y otras veces maldice a quienes Dios creó a su propia imagen. Y así, la bendición y la maldición salen de la misma boca. Sin duda, hermanos míos, ¡eso no está bien! ¿Acaso puede brotar de un mismo manantial agua dulce y agua amarga? ¿Acaso una higuera puede dar aceitunas o una vid, higos? No, como tampoco puede uno sacar agua dulce de un manantial salado.”
Todo creyente que nos jactamos de seguir a Cristo habremos visto en alguna ocasión el daño que un pequeño instrumento le puede hacer a la obra de Dios. Se trata de la lengua. Aunque tan pequeña, ¡Cuánto daño hace!
Dios nos la dio para alabarle a Él y así glorificarle. Sin embargo, el enemigo ha tomado lo que Dios nos dio para bien y la usa para destruir la obra de Dios. Sin lugar a dudas es la herramienta más eficaz que el enemigo emplea en su constante trabajo de matar, robar y destruir.
Es impresionante ver que cuando aumentan las presiones en nuestra vida por causa del sufrimiento, problemas en el trabajo, enfermedades, falta de dinero, infidelidades, etc., también aumenta el uso destructivo de la lengua.
Cuando estamos bajo presión nos sentimos perseguidos y amenazados; entones, se produce una actitud egoísta en nosotros mismos, dedicándonos a protegernos y defendernos de los demás, infundadamente, claro ésta. Entonces cuando alguien nos hace mal, automáticamente surge la tendencia natural de defendernos y atacar a quienes nos hacen daño y en este esfuerzo y acción de defensa la lengua es un arma clave.
Preguntémonos:
¿Es agradable nuestra conversación frente a los demás?
Al escucharnos hablar ¿Qué pensará la gente de nosotros?
¿Nos identificarán como hijos de Dios por nuestra forma de hablar?
¿Salen bendiciones o maldiciones de nuestra boca?
NO HAY DUDA: el uso de la lengua revela lo que hay en nuestro corazón, por lo tanto, si nuestra fe es verdadera entonces se reflejará en nuestra manera de hablar.
No es cierto lo que decimos tantas veces: “Hable sin pensar”. Nuestra boca revela la realidad que está escondida en el corazón:
• Si la boca critica, es porque el corazón guarda críticas.
• Si la boca se queja, es porque en el corazón hay quejas.
• Si la boca habla con enojo, es porque en el corazón hay enojo.
· Si la boca manipula, es porque en nuestro corazón hay manipulación.
La lengua revela lo que está en el corazón.
En medio del sufrimiento, la lengua sirve para quejarse y para acusar a otros. En vez de acusar y quejarnos en medio del sufrimiento, manifestemos UNA FE VIVA, una fe que nos motive primeramente a alabar a Dios y pedir Su fortaleza y paciencia para poder llevar nuestras tribulaciones con gratitud a Él y con ello LOGRAR VENCERLAS!!!
Hagamos memoria ¿Hay alguien a quien debamos pedir perdón por causa de nuestra lengua?
Oremos y busquemos a Dios nuestro Señor en intimidad, para que con su perdón y misericordia SANE EL PROBLEMA DE NUESTRO CORAZÓN, porque hasta que eso no suceda, nuestra boca no hablará bien.
Dios les bendiga abundantemente.
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